Las personas que, con una cardiopatía, han perdido todas sus piezas dentales tienen el doble de riesgo de morir por cualquier causa que aquellos que conservan toda la dentadura.
Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitario de Uppsala (Finlandia) y publicado en la revista «European Journal of Preventive Cardiology», la pérdida de cada pieza dental supone un mayor riesgo de sufrir un infarto o un ictus, así como de fallecer no ya solo por una enfermedad cardiovascular, sino por cualquier causa.
Como explica Ola Vedin, directora de la investigación, «la relación entre la salud dental, muy especialmente la enfermedad periodontal, y las enfermedades cardiovasculares ha recibido una atención cada vez mayor en las últimas dos décadas. Sin embargo, la situación de aquellas personas con cardiopatía y que, por tanto, necesitan adoptar medidas preventivas más intensas dado que presentan un alto riesgo de padecer un episodio cardiovascular, no ha sido suficientemente investigada. Y nuestros resultados constatan, una vez más, los beneficios del cepillado y del uso del hilo dental».
Se trata, explica Blas Noguerol, es periodoncista y miembro del Grupo de Trabajo SEPA-SEC sobre enfermedades periodontales y enfermedad cardiovascular, de un trabajo muy «interesante» que aporta una información «relevante».
32 piezas dentales
El estudio, primero en analizar el efecto de la pérdida de las piezas dentales en las personas diagnosticadas de una cardiopatía, fue llevado a cabo con la participación de 15.456 pacientes de 39 países. Y para clasificarlos, los autores los incluyeron en cinco grupos en función de su número de piezas dentales: de 26 a 32 –el ser humano tiene un total de 32 piezas–, de 20 a 25, de 15 a 19, de 1 a 14, y ninguna pieza.
Durante los 3,7 años de seguimiento del estudio se registraron 1.453 episodios cardiovasculares mayores –caso, entre otros, de los infartos de miocardio–, 705 muertes por causas cardiovasculares, 1.120 decesos por cualquier causa y 301 ictus.
Atendiendo a la clasificación de los participantes en grupos en función del número de piezas dentales conservadas, los resultados mostraron que el paso de un grupo al siguiente –por ejemplo, pasar del grupo de 20-25 piezas al de 15-19– suponía un incremento del 6% de sufrir un episodio cardiovascular mayor, del 17% de muerte cardiovascular, del 16% de morir por cualquier causa, y del 14% de padecer un ictus. Un incremento del riesgo que, además, resultó independiente de otros factores de riesgo cardiovascular –entre otros, el tabaquismo, la actividad física, la diabetes o la situación económica.
Así, y comparados frente a aquellos que conservaban toda la dentadura, los participantes que habían perdido todas sus piezas dentales tenían un incremento del riesgo del 27% de sufrir un episodio cardiovascular; del 85% de muerte por causa cardiovascular, del 81% de fallecimiento por cualquier causa; y del 67% de padecer un ictus.
Como destaca Vedin, «el incremento del riesgo fue gradual, observándose el mayor riesgo en aquellos que habían perdido todas las piezas dentales. Por ejemplo, el riesgo de mortalidad cardiovascular o de mortalidad por cualquier causa se vio casi duplicado en aquellos que no conservaban ninguna pieza».
Cuidar la dentadura
En este contexto, Noguerol recuerda que la enfermedad periodontal –o ‘enfermedad de las encías’– es la causa más común para la pérdida de las piezas dentales. Una enfermedad periodontal cuya inflamación parece disparar el desarrollo de aterosclerosis y, por tanto, de la enfermedad cardiovascular.
Sin embargo, concluye Vedin, «el nuestro es un estudio observacional, por lo que no podemos concluir que la enfermedad periodontal sea la causa de estos efectos nocivos en los pacientes cardiópatas. Sea como fuere, la pérdida de las piezas dentales puede ser un método fácil y barato para identificar a los pacientes de riesgo. Y aunque no podamos aconsejar a los pacientes que cuiden su dentadura para bajar su riesgo cardiovascular, los efectos positivos del cepillado y el uso de hilo dental están bien demostrados».
En este sentido, señala a ABC Blas Noguerol que el único ‘pero’ del estudio es que se basa en una información obtenida mediante «encuestas hechas a los participantes y no con revisiones». Esto, añade, le da un punto de «debilidad», aunque no quita relevancia a los resultados.
Con el fin de optimizar este tipo de estudio y desarrolar otros de profundicen en la relación entre enfermedad periodontal y cardiovascular la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC), con la activa participación de las secciones de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardíaca y de Cardiología Clínica de la SEC, han creado un creado un grupo de trabajo conjunto SEPA-SEC. Y, según confirma a ABC Noguerol, «esta nueva etapa de colaboración entre periodoncistas y cardiológcos puede aportar información de gran relevancia como, por ejemplo, saber por qué las personas con menos dientes viven menos».
FUENTE: dentalista.es